lunes, 24 de diciembre de 2012

El Palacio de Verano

"Era evidente que, encaramado en la cima de la montaña que dominaba el Palacio de Verano, el Mar de la Sabiduría era el edificio más importante del lugar, y me preguntaba qué secreto escondería." David Kidd. Historias de Pekín.



Hoy es nuestro último día en Beijing y lo hemos reservado para el Palacio de Verano. Desde nuestro hotel, llegar al Palacio de Verano supone un hora y dos transbordos hasta la parada de Beigongmen.

En la misma estación hay una indicación que te encamina hacia el Palacio. Ya en la calle, caminas hacia la izquierda y a unos 200 metros se encuenta la entrada. Tras el obligado paso por taquilla -60 ¥- entramos en el recinto del Palacio. Compramos un mapa -dentro del parque son más baratos que los que ofrecen fuera- e iniciamos el recorrido.

Cualquier cosa que se pueda decir sabría a poco. Si ayer el Templo del Cielo resultó una magnífica e inesperada sorpresa, el Palacio de Verano nos resulta absolutamente impresionante. Preciosos jardines, magníficos lagos y los recintos que todavía se conservan en buen estado –algunos han sido utilizados para instalar tiendas de recuerdos o puestos de comida, una lástima- no dejan de maravillarnos. Los diferentes edificios se encaraman por una colina que, al coronarla, nos dejará marcada para siempre en la retina la imagen de un gran lago surcado por multitud de barquitos y presidido por un enorme barco de piedra.

Por 21 ¥ comemos frente al barco de piedra. Como viene siendo habitual, ignoramos la mayor parte de aquello que comemos, pero siempre está muy rico.

Después de un largo y agradable paseo, salimos por la puerta este. Es la primera hora de la tarde y el sol pega con alevosía. Tras el correspondiente regateo, tomamos una especie de tuk-tuk o triciclo que, por 20 ¥, nos deja en la puerta del metro, en la estación de Xiyuan, ahorrándonos la caminata a pleno sol.

La tarde la dedicamos a pasear por un hutong, verdadera esencia del viejo Beijing, y de nuevo, tal como nos prometimos en la primera visita, nos encaminamos hacia la zona de Quianmen, que esta vez exploramos un poquito más a fondo. En la avenida principal se encuentra uno de los más populares restaurantes de pato lacado o pequinés de todo Beijing. Imposible acceder a él. Todavía no son las siete de la tarde y ya está lleno a rebosar y repartidos todos los tiquets para horas posteriores. Como no queremos renunciar al pato, escogemos otro restaurante en una de las animadas calles adyacentes. No nos defrauda. Después de la buena cena, nos retiramos prontito porque al día siguiente partimos hacia Datong y nos espera un buen madrugón.


Palacio de Verano
Palacio de Verano


Palacio de Verano
Palacio de Verano


Palacio de Verano
Hutong del viejo Beijing

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