domingo, 16 de diciembre de 2012

Atardecer en el Bund

"Su mesa junto a la ventana ofrecía unas vistas estupendas del Bund, el dique que recorre el muelle sur de la agencia de aduana. El agua del río relucía a la luz de los neones, que no dejaban de parpadear." Cuando El Rojo Es Negro. Qiu Xiaolong


Llegamos al aeropuerto de Hongqiao en un vuelo de Shanghai Airlines en el que ha sido nuestro último vuelo interno en China. Satisfechos de como han ido todos y felices de que el equipaje haya respondido sin ningún percance.

Nos dirigimos en taxi (86 ¥) a nuestro hotel. De nuevo, una oferta de Booking nos permite darnos un capricho monumental: el Grand Central Hotel Shanghai. Una vez en la habitación constatamos la dimensión exacta de la expresión "lujo asiático". Vamos con el cansancio acumulado de tantos días de viaje y el último hotel de esta aventura resulta un magnífico reconstituyente.

Tras dejar las maletas salimos a pasear por la calle peatonal de Nanjing Road, que está prácticamente al lado del hotel, y nos encaminamos al Bund. Miles de personas acabamos constituyendo un río humano que, a modo de afluyente, desemboca en el río Huangpu.

Desde la ribera del Bund, ver el atardecer en Pudong es todo un espectáculo del que disfrutamos la multitud allá congregada. Cuando ya ha anochecido, cenamos -descubrimos un restaurante “casero” muy cercano al hotel, que nos encanta y al que volveremos en los días posteriores- y regresamos tranquilamente al hotel. En esta nuestra primera impresión, Shanghai nos ha encantado. Más adelante ya tendremos ocasión de darnos cuenta que -a nuestro parecer- no resiste la comparación con Beijing.


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