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Un país, dos sistemas
"Deng había dicho también que quería vivir para ver cómo recuperaba China la soberanía sobre Hong Kong. También este deseo se cumplió sólo a medias; una parte de sus cenizas se esparcieron en el puerto de Hong Kong." La Telaraña China. Lisa See. |
Hace ya más de treinta años, en 1984, que Deng Xiaoping formuló el principio de “un país, dos sistemas” según el cual, dentro de una única República Popular China, pueden coexistir sistemas económicos y políticos distintos en diferentes zonas. Hoy lo vamos a conocer de primera mano. Sin salir de la República Popular, nos despertaremos en la socialista Lijiang y dormiremos en la capitalista Hong Kong.
Pero para ello debemos primero cubrir el trayecto en avión, cinco horas, con escala incluida en Kunming. El aeropuerto de Lijiang no dista mucho de la ciudad, el camino en taxi se hace rápido. No es un aeropuerto grande, más bien lo contrario, pero sorprendentemente cuenta con dos terminales.
El taxista nos ha dejado en la terminal de vuelos domésticos y en los paneles informativos no vemos nuestro vuelo. Preguntamos en información y nos dicen que tenemos que ir a la terminal de vuelos internacionales. Nos indican cómo y tras caminar unos trescientos metros llegamos a un pequeño mostrador donde facturamos las maletas y en el que nos indican que hemos de volver a la terminal de vuelos domésticos, ya que nuestro vuelo, que hace escala en Kunming, sale de allí. Un punto absurdo, pero son cosas que a veces suceden en China y a las que, sin darles importancia, ya nos hemos acostumbrado.
El vuelo no presenta ningún problema y, tras aterrizar en Kunming, una azafata de China Eastern, la compañía con la que volamos hoy, nos recoge a todos los que vamos a Hong-Kong y nos lleva a hacer el control de pasaportes. Una vez pasado el control, nos da las tarjetas de embarque y nos indica la puerta. Compramos algo de comer y embarcamos en el mismo avión con el que abandonamos Lijiang y ocupamos exactamente los mismos asientos.
La llegada al aeropuerto de Hong Kong es simplemente espectacular. A un lado, las gigantescas edificaciones que parecen acariciar el cielo, al otro lado, el mar, y salpicando el horizonte, aquí y allá, algunas de las 236 islas que pueblan esta parte del Mar de China. Está lloviendo y esta será la tónica de los días que pasaremos aquí.
Por mucho que continuemos en la República Popular, a efectos prácticos estamos en otro país. Un país con lengua distinta, así mientras en el resto de China el Mandarín es el idioma oficial, aquí, en Hong Kong, lo son el Cantonés y también el inglés. Un país con un pasaporte propio y también con una moneda distinta, debemos olvidarnos de los yuanes y empezar a familiarizarnos con los dólares de Hong Kong.
En el mismo aeropuerto cambiamos las divisas, rápido y sin ninguna burocracia, lo que nos indica claramente que estamos en otro mundo. Seguimos las indicaciones y nos llegamos a la terminal de autobuses donde cogeremos el A11 que es el que nos dejará al lado de nuestro hotel. Cuesta 40 $ y es imprescindible llevar el importe exacto, el conductor no da cambio.
Después de algo más de una hora de camino llegamos a nuestra parada que apenas dista 200 metros del hotel. Se trata del Metropark Hotel Causeway Bay Hong Kong, un más que correcto hotel con las habitaciones algo pequeñas (normales en el estándar de Hong Kong) y, eso sí, un molesto y persistente olor a tabaco en la habitación.
Después de descansar un poco salimos a explorar los alrededores del hotel y para nuestra alegría nos topamos con multitud de restaurantes de todo tipo. Cenamos en un americano una espléndida hamburguesa con ensalada y repasamos lo que será nuestra estancia.
Tenemos tres días, el primero lo dedicaremos al Buda gigante de la isla de Lantau, pasearemos por Kowloon, y acabaremos el día en el paseo de las estrellas disfrutando del espectáculo de luces de Hong Kong.
El segundo día nos llevará hasta Macao y de regreso iremos al mercado nocturno de Temple. Y para finalizar, el último día lo dedicaremos a recorrer la isla de Hong Kong, visitando Stanley y Aberdeen para concluir en la cima de Victoria Peak.
Pero para ello debemos primero cubrir el trayecto en avión, cinco horas, con escala incluida en Kunming. El aeropuerto de Lijiang no dista mucho de la ciudad, el camino en taxi se hace rápido. No es un aeropuerto grande, más bien lo contrario, pero sorprendentemente cuenta con dos terminales.
El taxista nos ha dejado en la terminal de vuelos domésticos y en los paneles informativos no vemos nuestro vuelo. Preguntamos en información y nos dicen que tenemos que ir a la terminal de vuelos internacionales. Nos indican cómo y tras caminar unos trescientos metros llegamos a un pequeño mostrador donde facturamos las maletas y en el que nos indican que hemos de volver a la terminal de vuelos domésticos, ya que nuestro vuelo, que hace escala en Kunming, sale de allí. Un punto absurdo, pero son cosas que a veces suceden en China y a las que, sin darles importancia, ya nos hemos acostumbrado.

La llegada al aeropuerto de Hong Kong es simplemente espectacular. A un lado, las gigantescas edificaciones que parecen acariciar el cielo, al otro lado, el mar, y salpicando el horizonte, aquí y allá, algunas de las 236 islas que pueblan esta parte del Mar de China. Está lloviendo y esta será la tónica de los días que pasaremos aquí.
Por mucho que continuemos en la República Popular, a efectos prácticos estamos en otro país. Un país con lengua distinta, así mientras en el resto de China el Mandarín es el idioma oficial, aquí, en Hong Kong, lo son el Cantonés y también el inglés. Un país con un pasaporte propio y también con una moneda distinta, debemos olvidarnos de los yuanes y empezar a familiarizarnos con los dólares de Hong Kong.

Después de algo más de una hora de camino llegamos a nuestra parada que apenas dista 200 metros del hotel. Se trata del Metropark Hotel Causeway Bay Hong Kong, un más que correcto hotel con las habitaciones algo pequeñas (normales en el estándar de Hong Kong) y, eso sí, un molesto y persistente olor a tabaco en la habitación.
Después de descansar un poco salimos a explorar los alrededores del hotel y para nuestra alegría nos topamos con multitud de restaurantes de todo tipo. Cenamos en un americano una espléndida hamburguesa con ensalada y repasamos lo que será nuestra estancia.
Tenemos tres días, el primero lo dedicaremos al Buda gigante de la isla de Lantau, pasearemos por Kowloon, y acabaremos el día en el paseo de las estrellas disfrutando del espectáculo de luces de Hong Kong.
El segundo día nos llevará hasta Macao y de regreso iremos al mercado nocturno de Temple. Y para finalizar, el último día lo dedicaremos a recorrer la isla de Hong Kong, visitando Stanley y Aberdeen para concluir en la cima de Victoria Peak.
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