jueves, 28 de agosto de 2014

Tongli y Suzhou, la tranquilidad cerca de Shanghai

"Cuando se visita Suzhou no hay que ser impaciente. A diferencia de Versalles, donde una sola ojeada basta para captar el esplendor del palacio y del parque, los jardines de Suzhou se esconden en callejuelas estrechas como las damas en su camarín." Lu Wenfu. Jardines hechos con alma. El Correo de la UNESCO. Diciembre 2000.

Muy cerca de Shanghai podemos visitar alguno de los más celebres pueblos del agua de China: Zhouzhuang, Xitang, Zhujiajiao, Tongli... Los pueblos del agua, son los asentamientos urbanos que han crecido a lo largo de ríos y canales.

Sin lugar a dudas Venecia es el pueblo de agua más famoso del mundo. y por supuesto el que da nombre a todos los demás. En todas partes hay una Venecia, la del norte, la del sur, la nórdica... y por supuesto, en China hay unas cuantas. Nosotros decidimos conocer Tongli, una de las muchas Venecias de Oriente.

En apenas 40 minutos, el tren de alta velocidad nos traslada desde Shanghai a Suzhou. Un viaje cómodo y rápido. Dejaremos Suzhou para visitar más tarde, ahora se trata de tomar el autobús que nos ha de llevar hasta Tongli.
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Normalmente, las estaciones de tren en China son enormes. Gigantescas salas de espera dan paso a andenes kilométricos que alojan trenes infinitos. Púes bien, la de Suzhou da la impresión de ser todavía mayor. Numerosas salidas que pueden llevar al despiste y a la confusión. Se hace imprescindible preguntar, afortunadamente, en el centro de la estación hay un mostrador de información turística en dónde nos indican el camino hacia la Coach Station, la estación de los autobuses que llevan a Tongli, que no hay que confundir con la mayor Bus Station, cada una de ellas se encuentra en un extremo distinto de la estación de ferrocarril.

Al salir una legión de personas se abalanza con la idea de ofrecerte visitas y excursiones pero una vez superadas es fácil llegar a la Coach Station.

Como en muchos otros lugares de China, para acceder al centro histórico de Tongli hay que pagar. Existe un billete combinado trayecto y entrada que cuesta (88 ¥ ) y es el que cogemos.

En poco mas de media hora llegamos a Tongli. Al salir de la estación nos encaminamos a la izquierda hacia el centro antiguo de la ciudad, donde llegamos en poco tiempo.

Tongli es una pequeña y antigua ciudad cruzada por numerosos canales que lentamente recorren antiguas barcas de remos que ahora transportan turistas. También nos encontramos algunas barcas con cormoranes, las aves que utilizan para pescar.

postitDicen las páginas de información turística que los lugares más interesantes de Tongli son un jardín, el Tuisi; dos casas, la de Chongbentang y la de Jiayintang; y tres puentes Taiping, Jili y Changqing. Vamos paseando alrededor de los canales y visitando los diferentes lugares de una manera tranquila y relajada lejos, muy lejos, de la locura de Shanghai.

Se acerca la hora de comer y nos sentamos en uno de los numerosos restaurantes que bordean el canal principal. Disfrutamos de una agradable comida y al poco de acabar no dirigimos de nuevo a la estación de autobuses para encaminarnos a Suzhou.

Con el sol cayendo a plomo y con el estómago lleno, la siesta nos hace muy llevadero el camino de regreso y así, casi sin darnos cuenta, estamos ya en Suzhou.

La amable chica de la oficina de información turística nos escribe el nombre en chino del Jardín del Administrador Humilde y de la Estación de Tren. Resulta imprescindible llevar las cosas anotadas en chino para poder enseñar a los taxistas.

El que tomamos a la salida de la estación nos lleva rápidamente hasta la calle, donde se encuentra la entrada al jardín que hemos decidido visitar.

El novelista chino Lu Wenfu  publicó en el Correo de la UNESCO un interesantísimo artículo sobre los jardines de Suzhou, lo tituló Jardines hechos con alma. El artículo –accesible desde este enlace-, resulta imprescindible para entender el sentido y el significado de los jardines chinos.

La visita al Jardín del Administrador Humilde resultó una más que agradable sorpresa. Estanques con nenúfares, típicas construcciones chinas de madera, caminos, senderos, un jardín de bonsais, miradores, rincones para la contemplación... no se  puede decir que el jardín no tenga un orden, que lo tiene, pero es un orden que a la mínima se desborda, un orden caótico, valga la paradoja.

No somos muy aficionados a los jardines orientales pero la exhuberancia, la belleza y la armonía del jardín nos subyugaron. Ciertamente le llaman jardín cuando quieren decir parque, es extenso y la visita se toma su tiempo.

Al salir del Jardín, callejeamos un poco por Suzhou, en un tranquilo y agradable paseo antes de regresar de nuevo en el tren a Shanghai.

Una vez allá tomamos el camino del Bund, para despedirnos de la ciudad ya que al día siguiente la abandonaríamos, camino de Hangzhou.

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