miércoles, 27 de agosto de 2014

Dando la vuelta al Lago Oeste de Hangzhou

"Al mediodía de la ciudad se extiende un gran lago que ciudad mayor del mundo abarca en cerco xx millas. A las orillas del lago en todo su entorno se levantan numerosos palacios y muchas grandes mansiones de los nobles, de maravillosa factura tanto en su interior como en su fachada." El libro de Marco Polo.

El tren hacia Hangzhou sale pronto Así que a las siete de la mañana y con las maletas a cuestas nos encaminamos de nuevo hacia la estación de Shanghai.

Minutos antes de las ocho se abren las puertas del andén y nos disponemos a acceder al tren, llevándonos nuestra primera sorpresa. Es como si nuestros asientos no existieran, incapaces de encontrarlos le enseñamos los billetes a la interventora que amablemente nos acompaña hasta una puerta de vidrio en el inicio del tren, que nosotros interpretábamos que daba paso a la máquina pero que en realidad se trataba de un pequeño compartimento justo delante del maquinista que, con ocho asientos a modo de sillones, constituía la primera clase. Vaya, resulta que llevamos billetes de primera clase y no nos habíamos dado cuenta.

La interventora, tras desalojar a algunos viajeros que habían aprovechado la comodidad de los sillones para dormir un poco, no señala nuestros asientos. Al poco suben tres personas más con las que compartiremos los 90 minutos que nos separan de nuestro destino, Hangzhou.

Una vez allí, nos disponemos a tomar un taxi que nos lleve al hotel y, si nos descuidamos tardamos más que en el propio trayecto, la cola es enorme, pero, desacostumbradamente, ordenada. Esperamos con paciencia y cuando es nuestro turno le enseñamos al taxista al papel donde tenemos apuntada la dirección y el nombre del hotel, algo que, no nos cansaremos de repetir, resulta imprescindible.

En poco tiempo llegamos al Zhejiang Hotel, un cómodo hotel pero su valor no radica tanto en sus prestaciones como en que está justo al lado del lago. Después del chek-in y de dejar las maletas nos dirigimos rápidamente al lago para iniciar nuestro recorrido.

Lo iniciamos en la zona norte, la más próxima al hotel. Dar una vuelta al lago es como explorar un pequeño microcosmos de lo que es una moderna ciudad china, familias al completo, estudiantes, jóvenes parejas, ancianos, hombres y mujeres en grupo o en solitario, y por supuestos, viajeros y turistas…  todo el espectro social se da cita en el lago Oeste de Hangzhuo.
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La vuelta al lago se hace pesada. El calor es agobiante, no tanto como en Shanghai pero por poco le va a la zaga. La vuelta la realizamos en el sentido contrario a las agujas del reloj. Desde Hubin Lu nos encaminamos a Beishan Lu. Comemos en un restaurante que se halla al inicio de la pasarela de Su y tras atravesar el lago y poco antes de llegar a la Pagoda de Leifeng se desata el diluvio universal. Nos refugiamos en la marquesina de un autobús. Tomamos el autobús 52 (2Y) sabemos que es el que da la vuelta al lago. Nuestra tarjeta sim china nos demuestra su utilidad, con el GPS y el google maps nos guiamos hasta la calle Qinghefang, muy cerca de la cual nos deja el autobús, nuestro siguiente destino en Hangzhou.

La calle Qinghefang alberga varias farmacias de medicina tradicional, tiendas de artesanía y también casas de té, entre ellas la Casa de Te Taiji, una de las más antiguas de China. El té de Hangzhuo es el Longjing Cha (te del pozo del dragón), uno de los tés verdes más aromáticos de China y está considerado uno de los mejores del mundo. Por problemas de tiempo hemos tenido que descartar la visita a los campos de tés de los alrededores de Hangzhuo, en otra ocasión será.
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En la entrada de la calle Qinghefang nos encontramos un enorme Buda dorado, que sirve de montaña por la que escalan multitud de pequeños Budas. En un tramo de la calle hay un grupo de curiosas estatuas que reproducen diferentes momentos de la vida cotidiana: un niño jugando, una mujer haciendo la colada, un vendedor... Entramos en tiendas, hacemos fotos y finalmente nos alejamos por calles adyacentes en un paseo muy agradable. Para regresar al hotel utilizamos el metro, prácticamente nuevo, y después de comer algo nos retiramos a descansar antes de emprender camino a Chengdu.

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