jueves, 27 de diciembre de 2012

La Ciudad Prohibida

"“Aquella ciudad dentro de otra ciudad había sido la inmóvil estrella polar púrpura, el eje vertical que comunicaba el cielo con la tierra y alrededor del cual giraba el planeta.” David Kidd. Historias de Pekín.

Después de un abundante desayuno en el Starbucks que está justo delante del hotel, nos encaminamos hacia la primera visita del día, la Ciudad Prohibida. Un agradable paseo de unos dos kilómetros, que nos serviría para tomar el pulso a aquella ciudad desconocida que se nos ofrecía a la luz del día, tamizada por una grisácea neblina producto de la humedad y la polución.

De camino, pasamos primero por el Hotel Forbidden City (5 Nanheyan Street.Nanheyan Dajie) donde contratamos la excursión -desplazamiento, entradas y comida- para visitar la Gran Muralla en el tramo de Mutianyu. El Forbidden City ofrece la excursión por 240 ¥, ahorrándote la inevitable visita a la Fábrica de Jade.

Diez minutos más tarde nos encontrábamos a las puertas de la Ciudad Prohibida. A pesar de la gran cantidad de gente, las colas para comprar las entradas son rápidas. Con las entradas en la mano (60 ¥), fuimos a recoger una audio guía en castellano, cuesta realmente poco (40 ¥) y es útil para saber que, a pesar de la magnitud de lo que vas a visitar, no te dejas ninguna de las cosas imprescindibles.

La Ciudad Prohibida es impresionante, por mucho que la hayas visto infinidad de veces reproducida en imágenes y fotografías, no te puedes hacer a la idea de su enormidad. En China todo acaba siendo enorme, las distancias, los monumentos, la comida...

Cientos de chinos te acompañan durante todo el trayecto, pero la verdad es que no tienes sensación de agobio, quizá por la inmensidad del espacio que se abre ante tus ojos.

Un par de horas después enfilamos la salida norte para dirigirnos al Parque Jingshan o Colina del Carbón. La entrada cuesta 10 ¥. Esta colina está formada por la tierra y piedras que se extrajeron para crear el foso de la Ciudad Prohibida. Se tarda unos 20 minutos en subir hasta el punto más alto. Merece la pena, las vistas sobre la Ciudad Prohibida son realmente espectaculares.

Salimos por la puerta oeste y nos dirigimos al Parque Beihai. La entrada cuesta 20 ¥. A la izquierda de la isleta central del parque se encuentran un par de restaurante populares y, como el hambre aprieta, nos tomamos nuestra primera comida china. Un menú abundante y barato (30 ¥) .

Después de un rato paseando tranquila y relajadamente por el parque, nos encaminamos hacia la plaza de Tiannanmen. La foto de Mao en un extremo, el Mausoleo en el otro y en medio el monumento a los Héroes del Pueblo.

Para entrar en la plaza debes pasar un control de seguridad, algo que se hará habitual en los días siguientes cada vez que cojamos el metro. Caminando por la plaza no puedes evitar el recuerdo de las imágenes de la revuelta de 1989. Para quien quiera conocer algo más de aquella historia, existe un excelente documental, The Gate of Heavenly Peace y el libro autobiográfico de Diane Wei Liang, El lago sin nombre. Como ya nos ha pasado con la Ciudad Prohibida, la inmensidad de la plaza supera todo lo que podíamos imaginar.

Saliendo de Tiannanmen nos encaminamos a la zona comercial de Quianmen street. Un arco da inicio a una calle que resulta inconfundible. Una gran calle comercial, como tantas que puedes encontrar en cualquier lugar del mundo. Lo mejor es colarte por alguno de los callejones que cruzan a la derecha para perderte en uno de los barrios populares de Beijing. Hutongs, calles llenas de paraditas y restaurantes, mucho trasiego. Decidimos que antes de marchar de Beijing, volveremos a visitar esta zona.

Iniciamos el camino de regreso al hotel tomando el que sería el primer viaje en metro de la ciudad. Barato (2 ¥), sencillo y rápido. Previamente hemos descartado coger un taxi ya que su conductor, con regateo incluido, pretendía cobrarnos más de lo que nos había costado el trayecto del aeropuerto al hotel el primer día. Cenamos en un restaurante próximo al hotel. Cena en una terraza al aire libre, abundante, variada y regada con una fresquita cerveza -Tsingtao- que entra la mar de bien.

Ciudad Prohibida
Ciudad Prohibida


Parque Jingshan
Parque Beihai


Plaza de Tiananmen
Quianmen

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