Por el Bosque de Piedra de Shilin y las grutas de Jiuxiang
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"Es un lugar difícil de imaginar, y lo que más me lo recuerda son esos laberintos de fichas de dominó que hacen los ociosos para luego descarrilarlas todas en un solo movimiento. Es el Bosque Petrificado de Yunnan. Las lajas de piedra negra son muchísimas, una detrás de la otra, esquinándose, como tropezándose, junto a centenares erguidas. Es como si hubieras sido sembradas." Pablo Soler Frost. El misterio de los tigres. |
Hoy nos espera el Bosque de Piedra de Shilin. Mientras preparábamos el viaje y recopilábamos información, recogimos numerosas opiniones contradictorias. Los hay que opinan que es una soberana “turistada”, que no merece la pena, y los hay que opinan que es una auténtica maravilla de la naturaleza. Decidimos comprobarlo por nosotros mismos y, sinceramente, no nos arrepentimos de la visita.
El Bosque de Piedra dista 86 kilómetros de Kunming, y tras desayunar temprano, nuestro amigo el botones y su colega, el que será nuestro chófer este día, nos están esperando en la recepción.
Óbviamente, nuestro conductor solamente habla chino, pero como siempre, con buena predisposición, no resulta difícil entenderse. Primero de todo intercambiamos nuestros números de teléfono, algo siempre útil y recomendable, y rápidamente nos ponemos en marcha.

Cuesta salir de la ciudad, el tráfico es denso pero poco a poco conseguimos tomar la carretera que nos lleva hasta Shilin. El día está nublado, a ratos llueve, pero el Bosque de Piedra nos recibe con un sol espectacular.
Llegamos al aparcamiento y acordamos con nuestro conductor una hora de recogida. Tomamos un pequeño minibús que desde el párquing nos conduce a la entrada principal, allí compramos las entradas (200 Y por persona) y tomamos otro minibús que nos deja en la entrada del Bosque de Piedra.
De entrada, puede parecer una especie de parque temático. Numerosos grupos conducidos por las guías, todas ataviadas con la ropa tradicional Sani y grupos de hombres y mujeres que bailan las danzas tradicionales es lo primero que ves al llegar.
Shilin es la patria de los Sani, una minoría no reconocida por el gobierno chino que los considera parte de la minoría Yi. Pero los Sani son Sani y ellos no tienen ninguna duda, diga lo que diga el gobierno al respecto.
Ciertamente en la entrada se acumula numerosa gente, pero a lo que nos adentramos por los caminos entre las rocas pronto nos quedamos solos. Pasamos por estrechos aparentemente imposibles, subimos y bajamos escaleras y nos maravillamos por las caprichosas formas de las rocas en su escalada hacia el cielo. Todo está extremadamente limpio y cuidado.

Después de un buen rato disfrutando del camino y de la rocas salimos del bosque grande y recorremos un poco el pequeño que ya no nos parece tan espectacular.
Nos dirigimos hacia el párquing y, como es un poco antes de la hora acordada, llamamos por teléfono a nuestro conductor que un minuto después nos pasa a recoger. Es hora de comer y nos lleva a un familiar restaurante de carretera. Para variar, somos los únicos occidentales, los comensales de las otras mesas nos miran con curiosidad y sin disimulo. Ya estamos acostumbrados, es lo normal en China.
Después de reponer fuerzas, tomamos el camino de las grutas de Jiuxiang que distan unos 30 Km de Shilin. Jiuxiang es el grupo de cuevas más grande de China, un conjunto de 100 cuevas cársticas de unos 600 millones de años de antigüedad. Aunque, la verdad, para nosotros todo es una sorpresa, antes de empezar el viaje no teníamos ni idea de su existencia.
No sabemos demasiado bien lo que nos vamos a encontrar y la verdad es que nos espera una buena caminata, pero también un agradable y satisfactorio descubrimiento.

Siguiendo el curso de un río nos adentramos en la montaña en un recorrido que entra y sale de la misma que es absolutamente espectacular: grandes cavidades, saltos de agua impresionantes, cascadas gemelas, bañeras, formaciones cársticas de formas caprichosas… La lástima es que los chinos lo convierten todo en una orgía de luz, color y sonido. A ellos les gusta, y en definitiva es su casa, pero lo hubiera preferido todo un poco más natural.
Cuando definitivamente salimos al aire libre, tomamos unos telesillas que nos conducen de nuevo al lugar por donde entramos. Avisamos por teléfono al conductor e iniciamos el camino de regreso a Kunming. Tardamos porque llueve y la ciudad se colapsa con un tráfico infernal. De regreso al hotel preparamos las cosas para al día siguiente tomar el camino de Dali.
El Bosque de Piedra dista 86 kilómetros de Kunming, y tras desayunar temprano, nuestro amigo el botones y su colega, el que será nuestro chófer este día, nos están esperando en la recepción.
Óbviamente, nuestro conductor solamente habla chino, pero como siempre, con buena predisposición, no resulta difícil entenderse. Primero de todo intercambiamos nuestros números de teléfono, algo siempre útil y recomendable, y rápidamente nos ponemos en marcha.

Cuesta salir de la ciudad, el tráfico es denso pero poco a poco conseguimos tomar la carretera que nos lleva hasta Shilin. El día está nublado, a ratos llueve, pero el Bosque de Piedra nos recibe con un sol espectacular.
Llegamos al aparcamiento y acordamos con nuestro conductor una hora de recogida. Tomamos un pequeño minibús que desde el párquing nos conduce a la entrada principal, allí compramos las entradas (200 Y por persona) y tomamos otro minibús que nos deja en la entrada del Bosque de Piedra.
De entrada, puede parecer una especie de parque temático. Numerosos grupos conducidos por las guías, todas ataviadas con la ropa tradicional Sani y grupos de hombres y mujeres que bailan las danzas tradicionales es lo primero que ves al llegar.
Shilin es la patria de los Sani, una minoría no reconocida por el gobierno chino que los considera parte de la minoría Yi. Pero los Sani son Sani y ellos no tienen ninguna duda, diga lo que diga el gobierno al respecto.
Ciertamente en la entrada se acumula numerosa gente, pero a lo que nos adentramos por los caminos entre las rocas pronto nos quedamos solos. Pasamos por estrechos aparentemente imposibles, subimos y bajamos escaleras y nos maravillamos por las caprichosas formas de las rocas en su escalada hacia el cielo. Todo está extremadamente limpio y cuidado.

Después de un buen rato disfrutando del camino y de la rocas salimos del bosque grande y recorremos un poco el pequeño que ya no nos parece tan espectacular.
Nos dirigimos hacia el párquing y, como es un poco antes de la hora acordada, llamamos por teléfono a nuestro conductor que un minuto después nos pasa a recoger. Es hora de comer y nos lleva a un familiar restaurante de carretera. Para variar, somos los únicos occidentales, los comensales de las otras mesas nos miran con curiosidad y sin disimulo. Ya estamos acostumbrados, es lo normal en China.
Después de reponer fuerzas, tomamos el camino de las grutas de Jiuxiang que distan unos 30 Km de Shilin. Jiuxiang es el grupo de cuevas más grande de China, un conjunto de 100 cuevas cársticas de unos 600 millones de años de antigüedad. Aunque, la verdad, para nosotros todo es una sorpresa, antes de empezar el viaje no teníamos ni idea de su existencia.
No sabemos demasiado bien lo que nos vamos a encontrar y la verdad es que nos espera una buena caminata, pero también un agradable y satisfactorio descubrimiento.

Siguiendo el curso de un río nos adentramos en la montaña en un recorrido que entra y sale de la misma que es absolutamente espectacular: grandes cavidades, saltos de agua impresionantes, cascadas gemelas, bañeras, formaciones cársticas de formas caprichosas… La lástima es que los chinos lo convierten todo en una orgía de luz, color y sonido. A ellos les gusta, y en definitiva es su casa, pero lo hubiera preferido todo un poco más natural.
Cuando definitivamente salimos al aire libre, tomamos unos telesillas que nos conducen de nuevo al lugar por donde entramos. Avisamos por teléfono al conductor e iniciamos el camino de regreso a Kunming. Tardamos porque llueve y la ciudad se colapsa con un tráfico infernal. De regreso al hotel preparamos las cosas para al día siguiente tomar el camino de Dali.
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